martes, 18 de octubre de 2016

Cuestiones de Escuela

Alejandro Olivos

La lección inaugural del Seminario XXII - R.S.I, inédita, pronunciada el 19 de noviembre de 1974 y publicada recientemente con el título “Día de huelga” – “Jour de grève” –, nos invita a abordar la cuestión de la Escuela desde la última enseñanza de Lacan:

« Si hablo este año, tomaré las cosas desde la perspectiva de la identidad de sí a sí. La cuestión es saber si esto se aplica al analista. ¿Puede el analista ser considerado como un elemento? Dicho de otro modo, ¿hace el analista conjunto? » (1)
La identidad de sí a sí: a primera vista, el sintagma sorprende, ya que el psicoanálisis supone más bien la no-identidad a sí mismo, el sujeto dividido, el sentimiento de no ser jamás idéntico a sí mismo. Es lo que nos enseña Saussure: un significante no puede significarse a sí mismo, formulando en términos lógicos la no-identidad a sí mismo, lo que se escribe X ≠ X. Esto corresponde a la primera enseñanza de Lacan. 
Posteriormente, la elaboración de la noción de rasgo unario implica que el sujeto se representa en el campo del lenguaje, no como idéntico a sí mismo, sino que en tanto se cuenta como Uno. Cuando Lacan retoma, en 1974, la cuestión de la identidad desde la perspectiva de la identidad de sí a sí, lo hace para señalar que la cuestión de la identificación será reformulada, en su última enseñanza, privilegiando la identificación al S1, es decir poniendo el acento en la permanencia, la permanencia del rasgo unario.
En el pasaje anteriormente citado, Lacan aborda la cuestión de la Escuela: ¿cómo hacer una Escuela de analistas?, ¿es el analista un elemento?, ¿hace el analista conjunto? El analista, en principio, está más bien en posición de objeto en la cura. Una Escuela de analistas, es una Escuela de sujetos analizantes, es decir no-idénticos a sí mismos. No se trata de un conjunto de elementos idénticos, de elementos que tendrían un rasgo en común, es decir un conjunto de 1+1+1+1+… Se trata más bien de un conjunto de elementos diferentes, singulares, que se cuentan como Uno, que pertenecen al conjunto en la medida en que se cuentan como Uno, y que tienen como rasgo de sujeto la diferencia a sí mismos. En el fondo, la pregunta es ¿cómo concebir el conjunto de la Escuela?, ¿es posible hacer un conjunto con todo esto?, ¿puede hacerse un conjunto de elementos no-idénticos a sí mismos, un conjunto de sujetos, de singularidades puras?
La cuestión que plantea aquí Lacan, sin dar la respuesta, es la siguiente: ¿qué es una Escuela de analistas? Pregunta problemática, ya que el analista opera a partir del objeto pequeño a, y sin embargo no se trata de un conjunto de pequeños a. Entonces, en el fondo, ¿cómo concebir una Escuela de analistas?, ¿qué es lo que permite ensamblar analistas en un conjunto? Siguiendo a Sophie Marret-Maleval (2), avanzaremos una respuesta más bien del lado del sujeto: se trata de una Escuela de analizantes, de sujetos analizantes.
Un poco más adelante, en esta primera lección del 19 de noviembre 1974, Lacan señala:  

« Hacer conjunto, intentaré explicárselos, no es hacer sindicato. Son dos términos diferentes. Hacer conjunto, quiere decir poder hacer serie. Y lo que me pregunto es dónde dicha serie se detiene.
En otras palabras, ¿puede un analista […] comportarse como un imbécil? Es una pregunta muy importante. […] ¿Cómo definir la imbecilidad en el discurso analítico? » (3)

Hacer sindicato: precisemos que ese día había una huelga. Lacan llega, no tiene muchas ganas de hacer su Seminario, dice que va a hacer huelga, e intenta distinguir la cuestión de la huelga y del sindicato, de la cuestión de la Escuela. Se plantea entonces la pregunta sobre la transmisión.

En primer lugar, la cuestión de la serie y de la serie infinita. Es decir, ¿es posible hacer un conjunto cerrado, un conjunto de todos los analistas? A la manera de las formulas de la sexuación, en donde, para poder decir todos los hombres, para poder cerrar el conjunto, es necesario Φ. Por lo tanto, para poder hacer un conjunto cerrado de analistas, tendría que haber el significante Analista, un significante que cierre el conjunto. Sin embargo, esto es precisamente lo que Lacan reprocha a sus colegas de la IPA, que aspiran a una comunidad armoniosa de analistas que se reunirían bajo el significante Analista, el cual permitiría cerrar el conjunto. El dispositivo del Pase es todo lo contrario, ya que se trata de una serie infinita, ilimitada. Es una serie ilimitada y abierta, ya que, como en el caso de las mujeres, no existe el significante Analista, es más bien uno por uno, con su singularidad, con su relación específica a la Causa. Es el aspecto radical de Lacan: el analista no se autoriza sino por sí mismo; no existe el modelo, no hay El Analista, es decir un criterio standard que definiría al analista. Es posible contar a los analistas, se les puede contar uno por uno, hay el rasgo unario, hay el S1, pero un conjunto de S1 es un conjunto abierto. Sin el significante que vendría a cerrar el conjunto, es un conjunto abierto.

En segundo lugar, ¿puede un analista comportarse como un imbécil? Se trata aquí de una cuestión que había sido abordada ya desde el Seminario XIX y el Seminario XX. La imbecilidad está ligada al orden simbólico, a la imposibilidad de estar enganchado a éste. El imbécil y el loco son sujetos desenganchados del orden simbólico. Por otro lado, cada discurso tiene su imbécil, es decir aquello que excluye. Todo discurso produce una exclusión. La imbecilidad es lo que está excluido de un discurso. Hay cuatro discursos, y cuando se está en uno, no se puede estar al mismo tiempo en otro, por lo tanto cada discurso es necesariamente excluyente. El discurso analítico, como los otros, excluye. Tal como lo decía Freud: el psicoanálisis no es para todo el mundo. Entonces, ¿cómo definir la imbecilidad en el discurso analítico? A este respecto, son los incautos quienes tienen la clave de la cuestión:

« Nos encontramos aquí con el título del año pasado – son los no-incautos, aquellos que no juegan el juego de un discurso, que se encuentran en la situación de errar. […] Aquellos que yerran, en cada discurso, no son forzosamente inútiles, solamente, sería preferible que, para fundar un nuevo discurso, se sea un poco más incauto. »

El imbécil es aquel que se sitúa fuera-de-discurso, mientras que el no-incauto es aquel que no juega el juego de un discurso, y que, por lo tanto, yerra. El discurso analítico es un discurso que supone ser incauto, es decir saber el rol de la alienación significante y del goce. Los no-incautos están desorientados, y se trata justamente de consentir a la alienación significante, ya que la elección de estar alienado a un discurso es la elección de la orientación. Los no-incautos yerran, se trata entonces de no errar, de no estar desorientado.

En psicoanálisis no se trata de una posición de no-incauto, de aquel que creería poder extraerse de un discurso, extraerse de la alienación significante, extraerse de la operatividad del goce. El analista que ha terminado su análisis no es aquel que habría acabado con la cuestión del inconsciente y resorbido la dimensión del sentido, que es la posición de los post-freudianos, con su famosa noción del yo fuerte. La orientación lacaniana, en este contexto, supone no creer que el analista puede extraerse de lo real y del S1 – es decir del inconsciente real –, saber que esto opera, y la orientación es entonces la orientación hacia lo real, y no hacia el sentido. En efecto, no hay relación sexual, es decir, hay lo que no cesa de no escribirse. El fin del análisis es saber que todo sentido desemboca en lo real, en lo real de la no-relación sexual, del goce, de la repetición, y saber cómo el objeto pequeño a entra en juego en toda esta cuestión.

1. Lacan, J. "Jour de Grève" [Lección inaugural del Seminario XXII, R.S.I., inédito] ; Quarto número 100, Septiembre 2011, p. 11.
2. Marret-Maleval, S. "Vers le tout dernier enseignement de Lacan II" [Séminaire de recherche 2016-2017] Departamento de psicoanálisis de la Universidad de Paris VIII
3. Lacan, J. "Jour de Grève" op. cit., p. 11.
4. Lacan, J. "Jour de Grève" op. cit., p. 11.

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